El juego de la pelota, y otras actividades lúdicas, era muy practicada en la Almansa de épocas pasadas, como indican las fuentes escritas. Y aunque servían de diversión a las clases populares, no eran bien vistas por las autoridades civiles y eclesiásticas, ya que distraían al pueblo de sus obligaciones laborales y religiosas, y además solían provocar apuestas, discusiones y peleas. Era necesario por tanto regular su práctica, lo que se hacía con numerosas ordenanzas.
La pelota ya se practicaba con asiduidad en las calles y plazas del casco urbano de la Almansa del siglo XV, antes de la llegada de Colón a América. Probablemente se jugaría en la plaza de santa María, individualmente o por parejas, con una bola confeccionada en piel y lana que golpeaban con la mano o con una vara contra la pared, o uno contra otro, de manera similar a la actual pelota valenciana. De ello dan fe las numerosas ordenanzas del concejo almanseño de entonces.
En 1462, por ejemplo, se prohibía “jugar a la pilota en la villa de los muros adentro” bajo multa de 20 maravedís. Aunque como el problema continuó, en 1464 fue necesario incrementar las penas por jugar a la pelota dentro de la villa, nada menos que a “treynta maravedis y tres dias en la cadena por cada vna vegada que jugaren”. El castigo de la cadena era un tipo de vergüenza pública consistente en permanecer encadenado a un poste o argolla en la plaza pública, día y noche, hiciese calor o frío, durante el tiempo estipulado y quedando a merced de los paisanos, que podían cobrarse cualquier disputa personal anterior vejando al reo.
En 1469, una nueva ordenanza volvía a prohibir el juego de la pelota, y cualquier juego en general, los domingos o festivos antes de misa, ya que distraían a los jugadores y al público de sus obligaciones religiosas. El interés por el juego no decaía, y volvió a ser prohibido en 1493:
“…consyderando los daños que se syguen ultimamente de los jugadores que juegan a la pelota en la plaça e en las calles desta villa, por ende hordenaron e mandaron que ninguno sea osado de jugar a la pelota en la plaça e en las calles de toda la villa so pena de treynta maravedis cada uno que lo contrario fisiere…”
Y es que la pasión por este deporte siempre ha estado presente entre los almanseños/as de todas épocas.
Almansa, París y Londres 
Me ha gustado el comentario. Muy cruel en aquella época para los pelotaris, pero era lo que había en Almansa. Siglos de pocas luces, la iglesia estaba metida en todos los asuntos y era la que imponía las reglas.
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