La antigua ermita de san Roque. Notas históricas

En el verano de 1599, Almansa fue arrasada por una terrible epidemia de peste que provocó la muerte de un tercio de la población (unas 1.000 personas de un total de 3.000).

Una vez libres de la enfermedad, los vecinos supervivientes determinaron construir una ermita consagrada a san Roque (santo protector de las epidemias en general y de la peste en particular), como agradecimiento y en la esperanza de que su intercesión evitase nuevas epidemias. Es posible que se levantase sobre la ermita ya existente consagrada a san Sebastián (también santo protector contra la peste). Las obras se iniciaron bien pronto, en el año 1600, y ante la falta de medios económicos tras el desastre de la epidemia, fue financiada con la recaudación de las multas del concejo.

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Antigua ermita de san Roque en 1953. Se aprecian los contrafuertes, la entrada de arco apuntado por la actual calle de Madrid, y la espadaña en la cubierta. Foto de El Arca de las Tres Llaves.

Se conservan algunas imágenes de la ermita, hasta planos, muy útiles para conocer su configuración. Se sabe así que la primitiva construcción de mampostería era sencilla y de pequeñas dimensiones, con una nave única sustentada por contrafuertes, y una cubierta a dos aguas con espadaña que alojaba una pequeña campana para el culto. El vano de la entrada tenía forma de arco ojival, y daba al entonces camino real de Madrid en las afueras de la población (hoy avenida Madrid). Cerca existían eras y ejidos, y justo enfrente se construiría un cuartel de caballería a fines del siglo XVIII (después fábrica de calzados Coloma).

La ermita dio pronto nombre a la calle, aunque mantuvo siempre también el de san Sebastián. En 1608, el concejo convocó a los vecinos con el fin de elegir a san Francisco como patrón de la villa. Uno de los lugares en donde se pregonó la citación fue en las cuatro esquinas de la calle de San Roque, las mismas populares “cuatro esquinas” de hoy día. Enfrente del templo, en el cruce de calles, se situó una cruz de término o humilladero hoy desaparecida, para señalar la entrada a la entonces villa. No es casualidad que, en 1569, se citase en esta ermita a los soldados almanseños que partirían a sofocar la revuelta de los moriscos granadinos de las Alpujarras. Fue asimismo sede de la cofradía de san Roque, de la que ya hay noticias en 1651. Ese mismo año, el almanseño Roque García dejaba en su testamento 50 reales como ayuda para dorar su retablo, o si fuese necesario para la adquisición de un pendón para la cofradía.

En 1784, la capilla mayor de la Asunción se vino abajo, y como consecuencia cesaron los enterramientos en su interior. La ermita de San Roque, entre otras, fue lugar de enterramiento durante los años siguientes. Allí fueron sepultadas algunas de las víctimas producidas en julio de 1808 por el paso de un ejército napoleónico.

En la década de 1960, el crecimiento urbanístico y demográfico de que gozó Almansa (común a la mayor parte del estado español), hizo necesaria la construcción de nuevas parroquias que diesen servicio al mayor número de fieles. En este contexto se derribó la centenaria y ya vetusta ermita para construir en su lugar una nueva iglesia, la actual de San Roque, conforme al aperturismo emanado del Concilio Vaticano II. Su construcción fue financiada en parte con la ayuda de los vecinos, en especie o en metálico. Mientras duró la obra, los feligreses se trasladaron a la inmediata fábrica de Los Coloma. Allí se celebraba la misa y se recogían donativos. Finalmente, la nueva iglesia fue inaugurada y bendecida el 21 de junio de 1964 por el obispo de Albacete Arturo Tabera. La obra la realizaron los conocidos hermanos “Pelusa”, con la desgracia de que uno de los trabajadores cayó desde la torre sin concluir y falleció.

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La nueva iglesia en 1968. Su característica configuración es de sobras conocida por el pueblo almanseño. Foto de El Arca de las Tres Llaves.

La nueva iglesia se proyectó para poder ser vista a lo largo de la calle Aniceto Coloma, moderna, mejor iluminada, humilde, con el ladrillo como protagonista, y dotada de una torre que sustituyó a la anterior construida muy pocos años antes en la vieja ermita. En esta nueva torre se situó una Virgen de Belén de forja diseñada por Antonio Esteban «el Maño». En su interior preside el presbiterio un gran Cristo crucificado, obra del escultor almanseño José Luis Sánchez.

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